RESEÑA: «Érase una vez la taberna Swan» de Diane Setterfield.




En una oscura y brumosa noche, en el pequeño pueblo inglés de Radcot, a orillas del Támesis, los lugareños se reúnen en la taberna Swan para compartir un trago e historias llenas de sabiduría popular. Con seiscientos años de antigüedad, la posada es famosa por reunir a los mejores narradores de cuentos populares, pero esa noche la tertulia nocturna se ve interrumpida por la llegada de un hombre misterioso empapado en sangre que carga en sus brazos a una niña inconsciente. Antes de que el hombre pueda emitir explicación alguna, cae derrumbado.Mientras tanto, río arriba, dos familias buscan desesperadamente a sus hijas, Alice Armstrong, a la que nadie ha visto desde hace veinticuatro horas tras el suicidio de su madre, y Amelia Vaughan desaparecida dos años atrás sin dejar rastro.

¡Hola, mestizos! Me he tardado un poco en traerles esta reseña porque este libro es de esos que necesitas dejar descansar porque toman poder de tu mente y de tus emociones. Érase una vez la taberna Swan es una novela cuyo encanto atrapa desde las primeras páginas porque Setterfield sabe cómo contar una historia. Siento que si escribiera sobre el tema más aburrido del mundo lo leería con sumo encanto porque además su prosa es exquisita y muy bien trabajada, con gran profundidad en detalles sin que se torne pesada.
Yéndonos por partes, la novela arranca describiendo la atmósfera acogedora la taberna, un espacio peculiar porque es a donde acuden personas a contar historias, relatos, leyendas, etc., y la llegada que rompe con la normalidad del recinto: la de un sujeto herido con una niña aparentemente muerta. A partir de entonces conoceremos las vidas de todos los habitantes a las orillas del poético Támesis, cada quien con una personalidad definida y una historia profunda que se va desenvolviendo poco a poco. El conflicto radica en la verdadera historia de las niñas que se perdieron, en su verdadero linaje y las intenciones detrás de ese misterioso suceso. Por si eso fuera poco, Diane también entrelaza una historia de amor que me pareció tierna y creíble, junto con conflictos internos y algo dramáticos de las personas involucradas en la tragedia. Puede que al principio me haya confundido con las subtramas porque la autora se toma su tiempo para desarrollar cada una, pero al final del recorrido, eso valió toda la pena.
El detalle que se lleva la mayoría de mis aplausos es la documentación tan precisa de la Setterfield al trazar la cartografía de la novela. Sus lugares, calles y la descripción del río me evocaron unas imágenes preciosas, ubicándome en cada escenario como si estuviera en esa época en especial.
Sobre los personajes, debo decirles que me sorprendieron gratamente por el cariño que me despertaron (y la rabia, en algunos casos). Al cerrar el libro me llevé la sensación de que los extrañaría para siempre, pues se acunaron en algún lugar de mi corazón haciendo que esta lectura fuera más allá de lo ameno.
En cuanto a la resolución del conflicto, debo decir que Diane supo atar todos los cabos, ya que cada quién tuvo su cierre adecuado y no quedó ninguna interrogante en el aire. Fue más que satisfactorio encontrarme con esta historia que supo aprovechar la ficción al cien por ciento, con una idea muy original y que sirve al mismo tiempo para rendirle homenaje.
Finalmente, no me queda más que recomendarles esta genial historia donde encontrarán drama, historias dentro de historias, secretos familiares y una sobrecogedora descripción de ambientes, con un aura de misterio que no te suelta hasta el final. Un 5/5 redondo y una de mis lecturas favoritas de este año. ¡Saludos con Hermes!

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